Esta semana hemos partido de algo muy básico: cinco líneas que seguro todos hemos trazado en algún momento de nuestra infancia para presentar, cómo no, una casita. Pero ya no somo tan niños y podemos apreciar en este dibujo algo más que un hogar. Y tú, ¿qué ves?
SOMBRÍOS LADRILLOS GRISES
Eran días sombríos por
aquel año. El pueblo ya tenía la Constitución que quería pero aquello cada vez
se parecía más a un barril de pólvora a punto de explotar. La gente cada vez
era más hostil con los nobles, sobre todo con los que iban y venían de Coblenza.
Quintín, noble caballero al servicio del Rey, pensaba esto mientras contemplaba
a través de la ventana la lluvia cayendo sobre los sombríos ladrillos grises de
la casa de enfrente. Las desatadas nubes de París avecinaban una tormenta aún
mayor. Y el ambiente le afirmaba en la creencia de que tarde o temprano, su
cadáver ensangrentado yacería sobre los húmedos y sombríos adoquines grises del
suelo de las calles de la capital de Francia.
Juan Diego (3º ESO)
LA CASA TROTAMUNDO
Anna Bloom y Ulisses
Moore estaban en la playa haciendo su paseo matutino, pero a Anna le deslumbró
un objeto que estaba en la arena
-Ulisses, mira eso,
parece…
Fueron corriendo a
recoger sus cosas en la arena para marcharse de inmediato, al entrar en su casa
gótica que ha pertenecido a más de tres generaciones de los Moore.
-Anna, ¿se puede saber a
dónde vas con tantas prisas?
-Ulisses, esa figura con
forma de casa invertida la he visto en el libro oculto.
La propietaria de La
mansión (la llamaban así porque era la casa más grande de todo el pueblo) tiró
de un candelabro que había en una pared y una librería se entorno, dentro
estaban unas escaleras que conducían a unos túneles subterráneos. Al final del
túnel había un atril con un libro encima, de un grosor extraordinario, Anna lo
abrió por una página en el que ponía símbolos inexistentes y ahí estaba la
silueta de una casa invertida igual que la que había encontrado en la playa que
tenían debajo del acantilado en el que vivían, el libro decía que se trataba de
la “casa trotamundos” decía que si ponías este objeto en una puerta y decías
otra puerta automáticamente aparecía dicha puerta. Esto facilitaba los
desplazamientos. La pareja de La mansión fue a probarlo ya que según el libro
eran objetos inexistentes por lo cual no debería existir pero ahí estaba entre
las manos de Anna. Lo pusieron y dijeron el nombre de la puerta que daba el
despacho Oval y efectivamente aparecieron en la casa blanca
Ahora había dos opciones
utilizar este objeto para entrar en bancos o esconderlo donde nadie pueda
encontrarlo jamás.
Gabriel Quesada Lobo (2º ESO)
ARREPENTIMIENTO
Fui parte de un
experimento social. Me enseñaron un dibujo y me preguntaron qué era lo
que veía, pero me daba demasiado corte decirlo así que mentí. Pero ahora que
estoy solo me atrevo. Veía una casa con un bonito jardín y un perro corriendo
tras un niño. También veía a un padre y una madre y el niño estaba contento y
no le pasaba nada. Los padres bajaron del porche y se pusieron a jugar todos
juntos. El niño tenía seis años.
Testimonio de una Mujer
que abortó. Madrid 26-4-17
Borja Luengo Molero (3º ESO)
FLECHAS
Una flecha que apunta
hacia el cielo, a lo más alto. Una flecha que te guía cuando te hallas perdido
en tortuosos caminos o te confirma que vas por el camino correcto y te anima a
seguir adelante. Una flecha que te coge por sorpresa y no te deja escapar del
que te ha herido.
Un flechazo es capaz de
cambiarte la vida.
Samuel Castellanos Tamayo (3º ESO)
¿QUÉ VES?
Eulalio va andando por
la calle. De repente nota un pinchazo. El final de un lápiz (donde acaba la
mina de la parte de arriba del lápiz, no donde acaba la mina para poder
escribir) toca el suelo, por lo que está de pie. El lápiz es gordo y blanco.
Eulalio lo coge para ver de quien puede ser si probablemente pone el nombre de
la persona que se le había perdido. No pone absolutamente nada. A Eulalio le
parece un lápiz demasiado soso porque no tiene la marca de donde se ha
producido por lo menos. Eulalio está inseguro porque no sabe qué hacer con el
lápiz. Lo coge y se lo mete en su bolsillo. Mira hacia delante para ver si hay
alguien que tiene unos metros enfrente de él y se lo puede devolver. Pero con
tanto entretenimiento no había ningún alma por la calle. Eulalio comenzó a
obsesionarse porque le daba mal rollo cogerlo y tenerlo en su casa como
recuerdo del desafortunado que perdió el lápiz gordo. Se lo sacó del bolsillo y
lo dejó donde lo había visto por primera vez cuando notó la presencia de…
Juan Gómez Villa (2º ESO)
EL HOGAR
El hogar, aquel lugar al
que vas a encerrarte cuando algo sale mal, donde vive tu familia. Cosa que yo
perdí hace mucho, en tiempos de la guerra.
Allá por el año 1937, yo
vivía en la gran urbe de Barcelona con mi familia, compuesta por mi mujer
Cristina, y mis dos hijos, Isabella y Daniel. Había pasado poco tiempo del
bombardeo de Guernica y se rumoreaba que la próxima ciudad en caer sería
Barcelona. La gente vivía asustada, con temor a morir. Hace tenues años lo más
común era ver a montones de personas paseando por las calles de la majestuosa
urbe, pero con las amenazas de bombardeo no podías divisar ni un ser con
apariencias de estar vivo. En pocos años ha cambiado mucho la situación de la
ciudad. Una tarde no sé si cometí un error el treinta de abril. Me fui de casa
a por un medicamento para mi hija y dejé a mi familia desprotegida en casa. Si
aquel día no hubiese salido de casa, mi familia, quizás seguiría viva. Los
bombardeos azotaron toda la ciudad. Arrasaron con todo. Incluido con mi casa.
Cuando llegue, en el lugar en el que estaba mi casa encontré un montón de
escombros. Recuerdo haber visto los cadáveres de mi mujer e hijos incinerados,
destruidos por la explosión. Sufrí. Empecé a vagar por Barcelona, perdido,
extraviado, sin saber adónde ir. Me sentía vacío por dentro. Viví en la
indigencia durante muchos años. Hasta que encontré a mi pequeño mesías
particular. Daniel Sempere. Actualmente trabajo en la librería de su padre, y
estoy prometido. Siento que he vuelto a encontrar mi hogar.
José Jesús Benítez (1º ESO)
ÁRBOL
La casa en la que vivía
con mis padre no era ni muy grande ni muy pequeña era más bien mediana tenía
dos pisos y una terraza sobre el segundo. En ella guardábamos nuestros *grifos
es decir, utilizábamos aquella gran terraza como una especie de cuadra. Aquella
terraza tenía una zona al aire libre otra que utilizábamos como corral para las
gallinas y otra bajo techo. La de al aire libre era donde solían estar los
grifos, preparados para despegar siempre que se les necesitara y solo estaban
en la zona bajo techo cuando precipitaba , hacía mucho calor, o en las noches
frías o mucho viento . Aquellas noches en las que ramas de los grandes árboles
en las que construíamos nuestras casas se movían levemente hacia los lados.
Aquellas ráfagas de viento no eran problema para las casas de nuestra tribu que
no estaban sobre las ramas, sino que estaban fijas a ellas. El segundo piso de
mi casa eran los dormitorios y el primero era el salón-comedor y la
cocina.
Yago Reyero Martín (1º ESO)
LA PROPIEDAD DEL SANTO GRIAL
Érase una vez una
iglesia en Madrid llamada “Santa Luisa
de Marillac”. Esa iglesia tenía mucha fama, porque era propietaria del
famoso cáliz conocido como “Santo Grial”.
Esa iglesia había conseguido el Santo Grial porque según cuenta una leyenda
antes de construirse la iglesia estaba situado el castillo del rey Arturo, y
como bien sabemos en ese castillo se encontraba la famosísima mesa redonda en
la que muchos años atrás se reunían los caballeros del rey Arturo, y
encima de esa mesa se encontraba el Santo Grial. Pues bien, cuando se destruyó
el castillo, no sobrevivió ni la mesa, pero misteriosamente los arqueólogos
encontraron intacto el Santo Grial. Y como no sabían qué hacer con él se
lo entregaron al párroco de la iglesia.
Diego Rojas Romero (1º
ESO)
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