BUSCANDO AL NIÑO
Él estaba excavando, ya
les faltaba poco para llegar a dónde estaba el niño, todavía tenía la esperanza
de que estuviera vivo.
De repente, empezó a
desprenderse tierra, y casi le aplasta, pero cuando estaba a punto de ser
aplastado por la tierra, dejó de desprenderse, y, menos mal, porque de ser así
habría muerto. Ellos ya sabían que era una operación muy arriesgada.
Conforme bajaba, había
menos oxígeno, y le estaba empezando a costar respirar.
Llevaba ya un buen rato excavando
y estaba muy cerca de encontrarlo.
Después de excavar y excavar
tanto, por fin, consiguieron dar con un agujero, donde era probable que
estuviera el niño. Pero, al final...
Miguel Ruiz Mondéjar, 2º ESO
LA SALIDA
8:30 a.m. no se ve nada
y el emisor de señal ha dejado de pitar. Calculo, por la humedad, que serán
unos cincuenta metros los desde el punto en el que me encuentro distan de la
superficie. La única cuerda de la que pendo, se va acortando a medida que
desciendo hasta quedar solamente dos metros de la misma por debajo de mí.
Más abajo no se ve nada,
de los laterales me separa un metro de oscuridad y si miro hacia arriba,
consigo ver una mota de luz. Me empiezo a balancear de lado para otro con el
único fin de agarrarme a la pared para escalar hacia cielo abierto. Estoy a
punto de conseguirlo cuando me descuelgo y caigo… Crack. Como mínimo cuatro
costillas rotas y me sangra la boca. La cuerda se había deshilachado mientras
me balanceaba, ¿o no era ese el motivo? No puedo salir.
David García Roca, 3ºESO
EL SUELO DE ARENA
Hola me llamo Julen, os
voy a contar la historia en la perdí el miedo a los bichos:
Era una tarde de enero,
estaba comiendo una bolsa de gusanitos al lado de un agujero en la tierra,
cuando oí un disparo. Salí corriendo y tropecé con una piedra y caí de cabeza
al agujero. Caía y caía y caía, hasta q una tela de araña me paró lo suficiente
para darme cuenta de que estaba muy cerca del suelo. Me cubrí el rostro con las
manos y de repente mis pies tocaron algo duro y frío, el suelo. No tenía
hambre, puesto que acababa de comer una bolsa de gusanitos, pero tenía miedo…
Pasaron las horas y
empecé a escuchar ruidos parecidos a los de excavadoras. Me entró el hambre,
tanto hambre que me comí un gusano que había en el suelo.
No sé cuánto tiempo
estuve escuchando ruidos pero sí sé que cuando un minero me tocó el pie por un
agujerito me puse a gritar, por fin me iban a sacar de aquel claustrofóbico
lugar.
Ahora, diez años
después, el agujero se ha convertido en mi refugio, entro y salgo por las
entradas que los mineros hicieron para sacarme. ¡Me encanta este lugar!
Víctor López Díaz, 2ºESO
ATRAPADO
-Le oí cómo gritaba y lloraba... hasta le toque el dedo, pero se me
escapó.-dijo el padre de Julen.
Me llamo Santiago Suárez soy el ex jefe de la brigada de salvamento de Humosa,
Asturias. Hace unos días me llamaron del Gobierno de Andalucía, porque
necesitaban mi ayuda, ya que un niño había quedado atrapado en un pozo. Al
principio no le di importancia, ya que un pozo como máxima altura era de 40
metros, pero a continuación me contaron la crueldad del asunto. Desde hace más
de 8 días no duermo pensando como sacarle de ahí, sus padres están
horrorizados. Pero ahora me doy cuenta de que media España se ha movilizado, y
es que los seres humanos nos ayudamos unos a otros, y eso es lo importante.
Ah, por cierto estoy honrado de ser el que va a bajar a salvarle la vida.
Pablo Jiménez Alonso, 3ºESO
PÁNICO EN EL AGUJERO
Estoy atrapado en un túnel de 71 metros de profundidad desde hace 4 días,
no consigo moverme, al caer me he quedado bajo un montón de escombros. Poco a
poco me recupero del susto, me había quedado inconsciente. Grito lo más fuerte
que puedo, pero nadie me oye. La sensación de
claustrofobia es inmensa, estoy en un espacio muy pequeño, de 40 cm de diámetro. Intento relajarme, aunque me resulta muy difícil sabiendo que podría morir, si no se habían dado cuenta de la desaparición. Poco a poco empiezo a escuchar un ruido, muy fuerte, como si estuviese al lado. En ese momento se me enciende una chispa de esperanza, estarían viniendo a por mí. Intento dormir, para sí despertarme ya fuera, y no sufrir tanto con el pensamiento que tengo. Me duermo. Un rato después (para mí), y estoy en el hospital, con mis padres al lado, dormidos. Enciendo la tele y veo “niño rescatado en Totalán, Málaga. Trece días después de su caída al pozo”. Entonces pensé que cuánto habría estado dormido e inconsciente.
claustrofobia es inmensa, estoy en un espacio muy pequeño, de 40 cm de diámetro. Intento relajarme, aunque me resulta muy difícil sabiendo que podría morir, si no se habían dado cuenta de la desaparición. Poco a poco empiezo a escuchar un ruido, muy fuerte, como si estuviese al lado. En ese momento se me enciende una chispa de esperanza, estarían viniendo a por mí. Intento dormir, para sí despertarme ya fuera, y no sufrir tanto con el pensamiento que tengo. Me duermo. Un rato después (para mí), y estoy en el hospital, con mis padres al lado, dormidos. Enciendo la tele y veo “niño rescatado en Totalán, Málaga. Trece días después de su caída al pozo”. Entonces pensé que cuánto habría estado dormido e inconsciente.
Miguel Ángel Muñoz Medina, 2ºESO
EL RESCATADOR ATRAPADO
Ahí estaba yo salvando a
un niño que estaba atrapado en su cruel prisión, la cuna yo era solo un pobre
niño que intentaba salvar a un niño que tenía una vida plena por vivir.
Sus padres eran los carceleros, yo era un niño que ya había pasado por eso
y ya sabía lo que era. Entonces pase a la acción primero distraje a mis padres
segundo mientras estén distraídos yo voy y le quito el seguro a la cuna como no
me iba a dar tiempo le pongo un peso a la cuna y dejo que la puerta se abra.
Vale ahora toca ponerlo en práctica, lo de distraerlos me ha salido bien,
les he dicho que tenía hambre que si me hacían un bocata. El segundo paso también
ha salido bien, pero el peso no lo he podido poner, pero más tarde cuando
los carceleros caigan por la fatiga, la liberaré.
Hugo García Bautista,
3ºESO
S.O.S
Llevaba ya una semana
atrapado en aquel pozo. Tenía hambre sed y miedo ya que únicamente tenía dos
años, y una semana sin ver a sus padres.
Todos los días miraba
arriba y se entristecía pensando en que a lo mejor sus padres ni se habían
enterado de su ausencia ya que como eran ricos se pasaban casi todo el día fuera.
Y lo dejaban con una mujer que ni siquiera se preocupaba por él. Le dolía todo
el cuerpo, de pies a cabeza. Y si había un cielo quería irse en ese momento.
Se tumbó en el suelo y
cerró los ojos.
En ese mismo instante
unos brazos lo agarraron y lo llevaron arriba.
Yago Reyero Martín, 3ºESO
EL POZO
La noticia de Julen ya
se conocía en toda la Península. Parecía increíble que un niño de dos años se
hubiese caído por un agujero tan pequeño. Pero allí estaba. Y había que sacarlo
cuanto antes.
Erik llevaba años
preparándose para ese tipo de rescates. A sus escasos diecinueve años era uno
de los mejores mineros de la brigada. Ni la guardia civil, ni los bomberos
podían sacar de allí al pequeño Julen. Se había creado un tapón en el pozo de
21 centímetros de diámetro, que impedía el acceso hasta donde supuestamente
estaba Julen. Deberían hacer otro túnel paralelo y luego los mineros tendrían
que terminar el trabajo.
El trabajo se había
demorado 10 días debido a diferentes obstáculos. Las esperanzas ya eran
escasas. Tardaron una madrugada en encamisar el túnel. Los mineros estaban
preparados para actuar. Erik se había convencido de que lo sacarían con vida de
ese infierno. Bajaron y empezaron a picar. El calor era sofocante. El cansancio
hacía mella en ellos. Tras media hora de intenso trabajo llegaron hasta Julen.
Milagrosamente estaba vivo. Pero Erik dio un mal paso y el túnel se vino abajo.
Cayó durante lo que pareció una eternidad. Lo suficiente para saber que él no
sobreviviría.
Al día siguiente Erik se
despertó. Nadie sabe dónde.
Sergio Morales, 2ºESO
QUIERO SALIR
Sigo aquí después de
todo el tiempo pasado y no puedo salir, todo esto es muy asfixiante y si no
fuera por ese huequecito, el oxígeno ya se hubiera acabado. El espacio que
tengo es el justo para estar encogido y para cambiarme de posición y en la
caída creó que me he roto algo.
A veces pienso en papá y
mamá y me imagino lo tristes que estarán. Eso solo ayuda a ponerme más triste.
A veces oigo ruidos fuera, un rayo de esperanza entre toda la oscuridad.
Me desperté un día con
un estruendo y luz, mis ojos tardaron en acostumbrarse. Noté como alguien me
cogía y me decía: “que valiente has sido, ya podrás ver a tus padres”.
Juan Ros Díaz, 3º ESO
Y EN ÚLTIMO MOMENTO, TÚ
He tocado fondo, no
puedo seguir bajando. Trato de buscar algo reconocible tanteando el suelo.
Arena, solo arena. Pasa un día, pasan dos, y aquí sigo. Aquí sigo respirando
polvo y lamiendo mis heridas. Entonces me doy cuenta de que solo puedo hacer
una cosa, subir, subir hasta donde las fuerzas no me alcancen, hasta donde la
tierra y el polvo queden muy lejos. Veo el sol, por el cual disfruto de cada
rasguño. Ya tengo un brazo fuera, resbalo y quedo suspendido sobre ese pozo que
me llama a gritos y me anima a abrazarlo de nuevo… Entonces, siento tu
mano.
Samuel Castellanos Tamayo, 1º BACH
No hay comentarios:
Publicar un comentario