Esta
semana estamos de celebración. Como me encuentro incapaz de decir nada original
y recurrente sobre el gran Miguel de Cervantes, mejor parar la pluma, y que los 400 años del fallecimiento
del escritor y creador del caballero de la triste figura hablen por sí solos.
Don Quijote y Sancho, Picasso, 1955 |
Nuestros
chicos conocen poco al autor y su obra, y poco podemos mostrarles nosotros
ahora de Cervantes. El lenguaje se les hace extraño, pero la historia del
Quijote les resulta cómica.
Para
romper el hielo, recurrimos al Capítulo VIII de la Primera Parte. Sí, la famosa
escena de los molinos. Después de leerla con ellos les proponemos que se pongan
en la piel del pobre Sancho y que traten de redactar la misma escena desde el
punto de vista del escudero.
Pues…
Estos chicos cada día se superan más.
JUAN DIEGO (2ºESO)
Seguíamos
viajando. Todavía me culpaba de haber aceptado. De nuevo, mi amo tuvo otro
arranque de “locura” creyéndose que unos molinos eran gigantes. Fue así:
-¡Gigantes,
Sancho, gigantes! -dijo la regadera que tenía al lado.
-Los
clasificaría como molinos comunes –dije yo, que estaba harto de ese
descerebrado.
-Piensas
poco Sancho pues Frestón me los ha enviado para matarme – ya estaba teniendo
una de sus salidas- Iré a atacarles.
GABRIEL QUESADA (1º ESO)
Mi
fiel compañero, que estaba como una regadera, estaba mirando unos viejos y
simples molinos y el muy loco me dijo que eran gigantes. Tiene narices. Pero
eso no es todo, sino que también me dijo que si tenía miedo me apartase. Yo le
dije que no se acercara a las aspas del molino o lo iba a lamentar. Pero como
bien lo sabe Dios el muy ‘tolai’ fue a cavar su propia tumba. Alzó su lanza y
se dirigió al supuesto gigante, pero en cuanto se acercó demasiado su lanza se
partió en dos pedazos.
–
¡Ah! – grité.
Fui
a por él y le dije que estaba loco y que eran
unos malditos molinos del diablo. Mi irritante compañero se volvió más
loco de lo que ya era de por sí; y de la desesperación me tiré por el barranco
más cercano.
DIEGO RODRÍGUEZ (4ºESO)
De
pronto divisamos, a pocos pies de nuestros seres, entre treinta y cuarenta
molinos; aquí en un prado de las tierras de la Mancha. En esta situación mi
señor dio muestra de su grave locura:
- Amigo
Sancho, las peligrosas aventuras aparecen en lugares inesperados, en lugares
inesperados.
- Perdone.
- Sí,
mi fiel escudero. Gran servicio haré al que es más que cualquiera, al cual
llaman Dios, arrasar con mi lanza la miserable existencia de esos gigantes.
Le
intenté explicar, con cierta calma, que aquellos sus gigantes eran, para el
resto de la existencia humana, no otros que simples molinos.
- ¡Sancho,
Sancho! ¡Gigantes! - exclamó el hidalgo con los ojos fuera de sus órbitas.
Miré
hacia donde señalaba. Molinos de viento. Le tenía un poco de compasión así que
le seguí la corriente.
Visto en https://goo.gl/BR5Tnf |
- ¡Oh,
no! ¡En verdad no me agradaría en absoluto que esos inmundos se nos acercaran!
Desde
mi posición de retaguardia pude comprobar como el manchuriano esbozaba una
sonrisilla de sensación de superioridad y quizá hasta de compasión hacia mí.
-
Ciertamente estos gigantes inspiran un gran terror, amigo Sancho, mas nada
temas, ya que con esta lanza venceré a estos titanes hijos de Cronos.
Seguidamente
después de estas palabras se le calló la lanza torpemente. Como si no hubiera
pasado nada, bajó del caballo y la recogió. Apenas podía contener la risa. En
todo caso, le metí prisa para terminar de una vez. Forcé una cara descompuesta
y exclamé fingiendo terror:
-
¡Los gigantes! ¡Se preparan para
embestir!
El
hidalgo se volvió rápidamente, y se preparó para embestir contra los molinos.
Este tío es increíble. Se lo cree de verdad.
- ¡Por
Dulcinea!
Después
de estas palabras, finalmente embistió contra los inocentes molinos. Las
galopadas de su lánguido corcel, Rocinante, eran débiles. A cada mínimo
esfuerzo el pobre caballo resoplaba bajo el peso del altanero caballero. De
alguna manera consiguieron llegar hasta el molino más cercano, el cual seguía
girando con toda naturalidad. Con un grito de guerra el hidalgo clavó su lanza
en un aspa, lo que le llevó volando por los aires. Maltrecho quedó cuando se
estampo como un saco de arena contra el suelo. Otra vez tendría que ayudarle.
Troté con mi mula rápidamente hacia él. Rápidamente llegué donde estaba.
- ¿Estás
bien?
- No
te preocupes escudero, ley es que los caballeros no nos quejemos. Me duele
mucho.
El
hidalgo se quedó pensativo algunos instantes. De repente su rostro se iluminó.
- Claro,
se me hacía extraño el hecho de que, creyendo que me había chocado contra el
más fiero de los gigantes, cuando he levantado la cabeza me he dado cuenta de
que la sombra bajo la que me encuentro es la de un molino.
Le
miré con extrañeza. ¿Podría ser que con el golpe del molino, haya recuperado la
cordura?
- ¡Maldigo
a ese malnacido de Frestón, que sabiendo que sus gigantes nada tenían que hacer
contra mí, los ha convertido en el último instante en molinos!
Rápidamente
mis esperanzas se esfumaron con la misma rapidez con la que habían venido.
Seguidamente, el manchuriano se levantó quitándose el polvo de los muslos.
-
Vámonos de aquí, tengo que conseguir otra lanza. Vámonos al bosque
No
sabía por qué le seguía. Otra locura comenzaba.
STANIS YARUCHYK
Íbamos
caminando cuando de repente dijo don Quijote
que mirara a lo lejos. Me contó
que iba a enfrentarse a más de 30 gigantes. Le pregunté qué gigantes,
porque no los veía. Me contestó diciendo que eran de casi dos
leguas. En seguida me di cuenta de que no eran gigantes sino grandes molinos y
lo que parecían manos eran grandes aspas. Pero me ignoró, porque estaba tan
dispuesto que no oía mis gritos. Cuando llegó al primer molino lanzó su lanza,
que con el fuerte viento la hizo pedazos llevándose consigo a don Quijote y a su caballo Rocinante. Fui a ayudarle, lo
monte a lomo de su caballo. Entonces dije que ya era hora de comer. Pero don
Quijote me dijo que comiese cuando quisiese.
Esa noche dormimos entre árboles y don Quijote le desgajó una rama que
le sirvió como lanza.
Buenas noches Daniel y enhorabuena por mantener el blog en activo, por motivar a tus alumnos y hacer que disfruten y escriban, que escriban y disfruten. Saludos desde Valencia Julián Despaigne.
ResponderEliminarSoy Juan Gallego, soy el ilustrador que ha creado la imagen de los gigantes -molinos. Me alegra que te haya gustado esta ilustración pero no me has nombrado como autor de la misma. Como autor de una obra, lo mínimo, es hacer mención de mi nombre. Te ruego que pongas esta reseña debajo de la ilustración. Ilustración de Juan Gallego y, si puede ser, este hipervínculo a este libro issu con ilustraciones mías del quijote https://issuu.com/juangonzalez-gallegoespinosa/docs/ilustraciones_del_quijote
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