El pasado mes de noviembre
desaparecía en aguas del Atlántico Sur el submarino ARA San Juan. 44
tripulantes. 44 historias. 44 vidas que merecen ser recordadas; más ahora que
las autoridades parece que dejarán de buscar los restos. Aquí los pequeños
escritores dan un enfoque literario a esta triste noticia. Una vez más, la
realidad supera a la ficción.
LA ÚLTIMA
EXHALACIÓN
En una cárcel de metal a solas
con gigante líquido STOP Una expedición a oscuras STOP Cuarenta hombres
desorientados STOP Aguas de un país desconocido para la mayoría STOP Siete
intentos fallidos de contacto STOP Explosiones de nervios a causa del agobio y
la falta de oxígeno STOP No hay esperanza STOP A Dios clamo ahora y pido que
haga llegar mi último aliento STOP
Samuel
Castellanos Tamayo, 4º ESO
LA MUERTE
SABE LO QUE PASÓ
Llevaban días viajando. Habían
acabado la misión. Solucionada la polémica sobre si ese viejo submarino alemán
debía de volver a ser puesto a flote por última vez en ese viaje de Ushuaia a
Mar de Plata, el viaje discurrió tranquilo. Mientras, yo esperaba un boquete en
el submarino o un encallamiento que me diese almas porque aquellos días yo
estaba muy ociosa. Había una
extrañísima calma en el viaje. Se acercaban a la altura de
Bahía Blanca, ya cerca de su destino pero se habían adentrado demasiado en el
océano sin saberlo. De repente perdieron el sentido del viaje. Las brújulas no
funcionaban y el submarino daba vueltas. Lo último que oyeron para mi alegría
fue un grito desgarrador y antinatrural que emergía de las profundidades de la
Tierra. Lo demás lo vi yo. Una gigantesca criatura antiguamente dibujada en
mapas y que los humanos conocen como Craken y ya nadie cree en ella, apareció
desde un agujero profundísimo para tragarse el viejo submarino mientras yo
bajaba a hacer mi trabajo.
Juan
Diego, 4º ESO
EL
SUBMARINO
Tripulante:Sargento Ramirez
detectamos un objeto sospechoso en el lecho marino.
Sargento: pues haced que
desaparezca de mi vista, utilicen los torpedos si hace falta.
Tripulante: a sus órdenes
Sargento.
Mientras tanto en la sala de
calderas un calor insoportable achicharraba a los que trabajaban allí pero lo
que no se esperaban era que en ese mismo día pasase una cosa horrible que
cambiaría todo.
Se les agotó la energía eléctrica
y el submarino se vino a pique en ese momento enviaron más de siete llamadas en
menos de medio minuto y a partir de ese momento no se volvió a saber nada más
del submarino
Ignacio
Cerdán Díaz, 2º ESO
PERDIDOS
BAJO EL MAR
- Llevamos tres días sin
establecer comunicaciones señor
-¡Ya lo sé! ¡Llevas esos tres
días restregándose eso por la cara así que por favor! ¿Podrías dejarme en paz
de una vez?
Llevaban muchísimo tiempo allí
fuera sin poder comunicarse con nadie. Y ya más de uno se había vuelto loco un
soldado de origen marroquí había estado quejándose de la falta de alimentos y
amenazó con comerse a algún tripulante.
Otro tenía claustrofobia (cosa
extraña ya que estaba en un submarino)y tras dos largos días decidió abrir la
escotilla y largarse….
Yago
Reyero Martín, 2 º ESO
ENTERRADO
EN EL AGUA
Llegamos al puerto, yo estaba
nervioso, tanto tiempo preparándome para ir a un submarino. Entramos en el submarino. Era bastante grande.
Pasaron las horas yo sin escuchar nada, como si no hubiese estado allí, cuando
me di cuenta, ya estaban cerrando la escotilla.
Las primeras horas todo estaba
según el plan establecido, hasta que sonó un golpetazo en la parte inferior
esto causó una fractura en el submarino, entraba un litro de agua cada dos
horas se obstruyeron las comunicaciones al final solo conseguí escapar yo.
David
González, 4º ESO
SUBMARINO
PERDIDO
La armada Argentina intentó
contactar otra vez con el submarino, pero no lo consiguieron, y no les quedaba
otra que mandar a alguien en su busca. Y el elegido era el coronel Diego Rojas.
Al principio Diego dudó, pero como se trataba de salvar a una persona, aceptó. Cuando
le dieron las provisiones y todo el material de supervivencia, se embarcó en
busca del submarino perdido. Tras dos días de vagar por el Mar de la Plata,
empezó a volverse loco y a ver alucinaciones. Tan loco estaba, que llegó a ver
el submarino, y cuando fue a avisar a la armada Argentina, vio que el teléfono
había desaparecido, pero en realidad lo tenía delante de sus narices. Cuando
pasó una semana, vio el submarino, pero esta vez no era una alucinación sino
que era el de verdad. Diego, fue a llamar a la armada, para que pararan de
trabajar en su busca. Cuando terminó de hablar, enganchó un remolque al
submarino y se lo llevó de vuelta casa.
Diego
Rojas Romero, 2º ESO
BAJO EL
MAR
- Señor,
no podemos establecer contacto.
-
Inténtenlo otra vez.
- Señor,
me temo que el sistema de comunicación no funciona - informó el asistente -.
Estamos incomunicados.
- Tiene
que haber una manera .Encuentren la solución o atenganse a las consecuencias.
Estamos
en un submarino de la armada argentina. Un fallo en la comunicación está
aislando a sus cuarenta y cuatro tripulantes. La desesperación aumenta por
momentos y los tripulantes empiezan
a perder la esperanza. Uno de ellos
en concreto está sufriendo más que los demás. Era su primera misión con la
armada argentina y no va nada bien. Se llama Alfonso González y su misión en
aquel submarino era controlar los radares en todo momento.
El pobre
Alfonso estaba además en una situación difícil antes de partir. Su madre
había enfermado de gravedad y en cualquier momento podría dejar este mundo, su
mujer estaba embarazada y sin conocer el destino que le deparaba a su marido le
había insistido para que se embarcara en aquella misión. Alfonso había hecho la
promesa de volver cuanto antes posible, pero dada la situación creo que con
volver sería suficiente. Cada día Alfonso rogaba a Dios que le salvara de esta,
y que si no lo hacía por él, que fuera por su mujer y su próximo hijo, no
quería despedirse de ese mundo sin ver sonreír a su mujer
- ¡Tengo
una idea! - exclamó -. Prueben con la comunicación por satélite.
- Gran
idea - aprobó el capitán -. Pónganse en contacto con el satélite más
disponible.
Días
después en los Estados Unidos:
- Señor,
hemos recibido siete mensajes satelitales.
-
Encuentren la fuente.
Jaime
Pérez Alonso, 2º ESO
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