miércoles, 24 de enero de 2018

ARA San Juan, in memoriam

El pasado mes de noviembre desaparecía en aguas del Atlántico Sur el submarino ARA San Juan. 44 tripulantes. 44 historias. 44 vidas que merecen ser recordadas; más ahora que las autoridades parece que dejarán de buscar los restos. Aquí los pequeños escritores dan un enfoque literario a esta triste noticia. Una vez más, la realidad supera a la ficción.

LA ÚLTIMA EXHALACIÓN
En una cárcel de metal a solas con gigante líquido STOP Una expedición a oscuras STOP Cuarenta hombres desorientados STOP Aguas de un país desconocido para la mayoría STOP Siete intentos fallidos de contacto STOP Explosiones de nervios a causa del agobio y la falta de oxígeno STOP No hay esperanza STOP A Dios clamo ahora y pido que haga llegar mi último aliento STOP
Samuel Castellanos Tamayo, 4º ESO

LA MUERTE SABE LO QUE PASÓ
Llevaban días viajando. Habían acabado la misión. Solucionada la polémica sobre si ese viejo submarino alemán debía de volver a ser puesto a flote por última vez en ese viaje de Ushuaia a Mar de Plata, el viaje discurrió tranquilo. Mientras, yo esperaba un boquete en el submarino o un encallamiento que me diese almas porque aquellos días yo estaba muy ociosa. Había una
extrañísima  calma en el viaje. Se acercaban a la altura de Bahía Blanca, ya cerca de su destino pero se habían adentrado demasiado en el océano sin saberlo. De repente perdieron el sentido del viaje. Las brújulas no funcionaban y el submarino daba vueltas. Lo último que oyeron para mi alegría fue un grito desgarrador y antinatrural que emergía de las profundidades de la Tierra. Lo demás lo vi yo. Una gigantesca criatura antiguamente dibujada en mapas y que los humanos conocen como Craken y ya nadie cree en ella, apareció desde un agujero profundísimo para tragarse el viejo submarino mientras yo bajaba a hacer mi trabajo.
Juan Diego, 4º ESO

EL SUBMARINO
Tripulante:Sargento Ramirez detectamos un objeto sospechoso en el lecho marino.
Sargento: pues haced que desaparezca de mi vista, utilicen los torpedos si hace falta.
Tripulante: a sus órdenes Sargento.
Mientras tanto en la sala de calderas un calor insoportable achicharraba a los que trabajaban allí pero lo que no se esperaban era que en ese mismo día pasase una cosa horrible que cambiaría todo.
Se les agotó la energía eléctrica y el submarino se vino a pique en ese momento enviaron más de siete llamadas en menos de medio minuto y a partir de ese momento no se volvió a saber nada más del submarino
Ignacio Cerdán Díaz, 2º ESO

PERDIDOS BAJO EL MAR
- Llevamos tres días sin establecer comunicaciones señor
-¡Ya lo sé! ¡Llevas esos tres días restregándose eso por la cara así que por favor! ¿Podrías dejarme en paz de una vez?
Llevaban muchísimo tiempo allí fuera sin poder comunicarse con nadie. Y ya más de uno se había vuelto loco un soldado de origen marroquí había estado quejándose de la falta de alimentos y amenazó con comerse a algún tripulante.
Otro tenía claustrofobia (cosa extraña ya que estaba en un submarino)y tras dos largos días decidió abrir la escotilla y largarse….
Yago Reyero Martín, 2 º ESO

ENTERRADO EN EL AGUA
Llegamos al puerto, yo estaba nervioso, tanto tiempo preparándome para ir a un submarino.  Entramos en el submarino. Era bastante grande. Pasaron las horas yo sin escuchar nada, como si no hubiese estado allí, cuando me di cuenta, ya estaban cerrando la escotilla.
Las primeras horas todo estaba según el plan establecido, hasta que sonó un golpetazo en la parte inferior esto causó una fractura en el submarino, entraba un litro de agua cada dos horas se obstruyeron las comunicaciones al final solo conseguí escapar yo.
David González, 4º ESO

SUBMARINO PERDIDO
La armada Argentina intentó contactar otra vez con el submarino, pero no lo consiguieron, y no les quedaba otra que mandar a alguien en su busca. Y el elegido era el coronel Diego Rojas. Al principio Diego dudó, pero como se trataba de salvar a una persona, aceptó. Cuando le dieron las provisiones y todo el material de supervivencia, se embarcó en busca del submarino perdido. Tras dos días de vagar por el Mar de la Plata, empezó a volverse loco y a ver alucinaciones. Tan loco estaba, que llegó a ver el submarino, y cuando fue a avisar a la armada Argentina, vio que el teléfono había desaparecido, pero en realidad lo tenía delante de sus narices. Cuando pasó una semana, vio el submarino, pero esta vez no era una alucinación sino que era el de verdad. Diego, fue a llamar a la armada, para que pararan de trabajar en su busca. Cuando terminó de hablar, enganchó un remolque al submarino y se lo llevó de vuelta casa.
Diego Rojas Romero, 2º ESO

BAJO EL MAR
- Señor, no podemos establecer contacto.
- Inténtenlo otra vez.
- Señor, me temo que el sistema de comunicación no funciona - informó el asistente -. Estamos incomunicados.
- Tiene que haber una manera .Encuentren la solución o atenganse a las consecuencias.
Estamos en un submarino de la armada argentina. Un fallo en la comunicación está aislando a sus cuarenta y cuatro tripulantes. La desesperación aumenta por momentos y los  tripulantes empiezan
a perder la esperanza. Uno de ellos en concreto está sufriendo más que los demás. Era su primera misión con la armada argentina y no va nada bien. Se llama Alfonso González y su misión en aquel submarino era controlar los radares en todo momento.
El pobre Alfonso estaba además en una situación difícil antes de partir. Su  madre había enfermado de gravedad y en cualquier momento podría dejar este mundo, su mujer estaba embarazada y sin conocer el destino que le deparaba a su marido le había insistido para que se embarcara en aquella misión. Alfonso había hecho la promesa de volver cuanto antes posible, pero dada la situación creo que con volver sería suficiente. Cada día Alfonso rogaba a Dios que le salvara de esta, y que si no lo hacía por él, que fuera por su mujer y su próximo hijo, no quería despedirse de ese mundo sin ver sonreír a su mujer
- ¡Tengo una idea! - exclamó -. Prueben con la comunicación por satélite.
- Gran idea - aprobó el capitán -. Pónganse en contacto con el satélite más disponible.
Días después en los Estados Unidos:
- Señor, hemos recibido siete mensajes satelitales.
- Encuentren la fuente.


Jaime Pérez Alonso, 2º ESO

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