jueves, 15 de noviembre de 2018

Para Stan Lee, héroe sin capa

Esta semana nos dejaba Stan Lee, creador de personajes de cómic como Spider-man o  Thor. Un artista del entretenimiento que ha llenado largas horas de tedio en todo el mundo, siendo una cara reconocida gracias a sus cameos en las recientes películas de MARVEL.

Desde nuestro humilde blog queremos rendirle homenaje con esta serie de relatos breves sobre esas personas que, sin mallas apretadas ni trajes invencibles, demuestran que son verdaderos héroes.

MI HÉROE SIN CAPA
Hace no mucho tiempo, en Nueva York,  ocurrió un suceso terrible que acabó con la vida de muchas personas: el 11S. Entre las muchas personas fallecidas, se encontraban mis padres, que trabajaban en aquellas oficinas. Estaba yo tranquilamente en mi casa viendo la televisión, cuando de repente me llamó mi madre para que fuera a buscarlos a ella y a mi padre al trabajo. Cuando salí de casa, miré al cielo, y vi que hacía un sol radiante pero que había mucho humo causado por los aviones que estaban sobrevolando en estos momentos la ciudad.
Pero lo que yo no sabía todavía, es que aquellos aviones iban a colisionar contra las oficinas en las que estaban mis padres e iban a acabar con su vida. Cuando llegué a las oficinas, vi que había un revuelo raro para lo que suele ser esa zona de Nueva York, y es que estaba lleno de camiones de bomberos. Entonces me asusté, y salí corriendo en dirección a la puerta de las oficinas, pero cuando estaba a punto de llegar a la puerta, un bombero que andaba por la zona me frenó en seco y me di cuenta de que me había salvado de haber muerto sepultado por una roca que caía del edificio. Aunque no consiguió salvar a mis padres, el hecho de hubiese conseguido salvarme a mí, me hizo verle como mi héroe sin capa.
Diego Rojas Romero, 3º ESO

UN HÉROE SIN CAPA
Era un frío 27 de enero de 1945 por la mañana, el día que la vida de los siete mil  judíos que se encontraban recluidos en el campo de concentración de Auschwitz.
Eran las seis de la mañana cuando los internos del campo se levantaban como siempre a hacer los trabajos forzados diarios. Nadie se esperaba lo que iba a ocurrir aquel día. Empezaron su jornada cuando, cerca de las siete de la tarde, los soldados del ejército soviético entraron en campo, para liberar a los judíos que se encontraban allí. Los encontraron en un estado deplorable. La mayoría de ellos se encontraban seriamente enfermos, algunos, estaban muertos de hace días y nadie se los había llevado, lo cual podría haber hecho que la ya insalubre condición fuese a peor. El día que los siete mil judíos lograron salir de Auschwitz, algo cambió en el mundo, el fin de la Segunda Guerra Mundial estaba cada día más cerca gracias a los héroes que liberaron Auschwitz.
José Jesús Benítez, 3º ESO

HÉROES SIN CAPA
- La Casa Blanca se está incendiando - decía la presentadora de un programa matinal estadounidense -. Se cree que el presidente ha muerto y está entre los escombros.
A las afueras de la ciudad, en una furgoneta, el presidente y su familia estaban hablando preocupados con un hombre que vestía de negro.
No es un secuestro, no os preocupéis, os acabamos de salvar mi hermana y yo de un atentado terrorista - Estaba comentando el hombre de negro al presidente cuando la furgoneta dio un giro brusco y calló por un acantilado.- No os preocupéis estamos yendo a vuestro nuevo hogar.,
- ¿Mamá nos va a matar? - preguntó el hijo.
- Eso parece - Contestó la madre.
Entonces, cuando parecía que el mar estaba más cerca… Se escuchó un fogonazo y todos desaparecieron para aparecer directamente en un hotel de lujo lejos de Estados Unidos, para ser exactos en España directos a una nueva vida.
Víctor López Díaz, 2º ESO

HÉROES SIN CAPA
Hoy me levanté y miré por la ventana, un día medio nublado medio soleado, listo para comenzar, bajé a la cocina y me tomé un desayuno bien surtido.
Salí de casa y miré al cielo pensando en el monótono e aburrido día que iba a tener. Me encaminé a la oficina pensando en la montaña de papeles  que me esperaba, no pude hacer otra cosa que resoplar.
De repente vi una persona que venía corriendo hacia mí y otra gritar desesperada:
- ¡Al ladrón, al ladrón!
En ese instante salté sobre él derribándolo dado que yo era más corpulento que él. Empezó a forcejear pero yo, en mi condición de cinturón azul, conseguí que no se levantara e inmovilizarlo.
Juan Ros Díaz 3º ESO

No hay comentarios:

Publicar un comentario