jueves, 16 de marzo de 2017

Es un secreto...

Ves que se acerca a ti, mirando a izquierda y derecha, tratando de disimular, como si nada pasara. Todo muy tosco. Pero cuando esa persona llega, se acerca a ti, tanto que descubres olores nunca antes perceptibles, y lo más cerca de tu oído empieza: "¡Shhh! No se lo cuentes a nadie, es un secreto". Y en ese momento dos fuerzas poderosas luchan en tu interior. Parafraseando a Shakespeare, contar o no contar, esa es la cuestión.
La imaginación de nuestros escritores va mucho más allá de esta dicotomía. Cuánto hay que aprender.

FUERA DE MI RINCÓN
El tímido sol del amanecer me acariciaba el rostro mientras recorría la calzada. Después de varios días caminando, mis piernas se resentían y mi estómago pedía comida a gritos. Había estado escondido de mi mismo por miedo al qué dirán. Ahora, lejos de falsos amigos y prisiones de prejuicios, el mundo se abría ante mí lleno de posibilidades, de esperanzas. Pero no se lo cuentes a nadie, es un secreto.
Samuel Castellanos Tamayo (3º ESO)

LA PUERTA DEL TIEMPO
- No se lo cuentes a nadie, es un secreto. Te acuerdas de las cuatro llaves que encontramos en correos y de la puerta que había detrás de la librería de mi cuarto; pues las encajé y las giré y se abrieron. Julia, la puerta se ha abierto. Si quieres, vente conmigo.
- No, quiero seguir con vida para mañana.
Al entrar en la puerta misteriosa, Gabriel estaba en una sala redonda, de piedra, donde había tres puertas, sin contar con la que daba a su habitación. Recordó el poema que venía con las llaves: de cuatro una la entrada es, dos si entras la muerte te espera, y una a tu salvación despega. Miró las puertas y encima de cada una había un animal, dos ya extintos, por lo que dedujo que llevaban a la muerte. Después de recapacitar unos minutos abrió la puerta en la que venía una jirafa. Al abrirla había unas escaleras que bajaban, al lado de la puerta había una antorcha y Gabriel la intentó quitar, pero no pudo y en su lugar se oyó un mecanismo que convirtió las escaleras en un tobogán. Cuando llegó abajo vio una nave, al subir se fijó que había un baúl. Al abrirlo cogió un cuaderno de bitácora y leyó un párrafo que decía: "He montado otra vez en la Metis y esta vez no sabía a dónde ir y decidí saludar a mi amigo el faraón".
Agarró el timón y dijo: "antiguo Egipto".
Gabriel, al terminar de leer, pensó que esa puerta se podría llamar "La puerta del tiempo".
Gabriel Quesada Lobo (2º ESO)

EL ROBO
"No se lo cuentes a nadie, es un secreto", me dijo mi madre que había guardado una moneda debajo de la almohada de mi hermana. Me dijo que cuidara bien de la moneda, porque era el primer diente que se le caía. Mi hermana ya estaba dormida, así que no se iba a dar cuenta hasta despertar y mis padres se habían ido a cenar a alguna parte. Y yo tenía que cuidar de la casa. Me fui al salón a ver la tele y me di cuenta de que la  puerta se había cerrado. Fui corriendo a ver si había pasado algo, y me di cuenta de que la moneda no estaba. Enfurecido, empecé a investigar de quién era la culpa. Cansado de buscar, cogí una moneda de mi hucha y se la puse. Ahora me debía dinero.
Stanis Yaruchyk (2º ESO)

UN SECRETO
Nadie sabe quién era. Nadie sabe qué era lo que le dijeron. Bueno, le dirían lo típico, lo de “no se lo cuentes a nadie que es un secreto”. Se sabe, aunque no a ciencia cierta, cuando se lo dijeron. Debía de ser el año 1944. Se sabía la indumentaria que llevaba. Aquel uniforme parduzco que lo catalogaba como uno de los más altos mandos de las SS. También se sabe su aspecto, era rubio, con una piel blanca como la nieve y unos ojos azules cual cielo de mayo. Solo se sabe que entró en aquel céntrico y lujoso hotel de Berlín y que salió portando en su mente el secreto de Estado que la historia destapó hace ya más de medio siglo. Los nazis iban a ser derrotados antes o después. También se sabe otra cosa concreta. Encontraron su cadáver en un pueblo de Polonia antes del fin de aquel año.
Juan Diego (3º ESO)

NO SE LO CUENTES A NADIE ES UN SECRETO:
Querido lector, quiero contarte algo que ocurrió hace poco tiempo.
Todavía me acuerdo del viejo Billy, un anciano que vivía en el pueblo al que yo voy a veranear todos los años. Nunca había visto a nadie con más sentido del humor; sin embargo, yo había visto mucha gente con ese don especial que tiene muy poca gente, el don de molestar mucho, aparte de que era muy cotilla.
Un día oí hablar a uno de los hombres más importantes del pueblo (porque era muy rico y vivía en una mansión muy grande a las afueras del pueblo) que iban a matar al viejo Billy, que, por cierto, a mí me caía muy bien.
El caso es que el viejo Billy un día desapareció y tres días después apareció en las afueras del pueblo con olor a tabaco y alcohol. Nos hizo pensar a todos que se había emborrachado y había muerto por algo raro que no me quisieron contar. El caso es que ellos no se fijaban en la sangre que tenía en la boca y en la tripa. Me acerqué para ver sus heridas. Descubrí que eran marcas profundas de puñal. 
El caso es que como el cotilla se había muerto me tocaba a mi ser el cotilla del pueblo. Me puse a investigar la muerte de mi antecesor y me enteré de que lo había matado el hombre rico.
Pablo Fernández Marinas (1º ESO)


No se lo cuentes a nadie, esto es un secretoJosé Jesús Benítez (1° ESO).
Ni lo cuentesJuan Ros Díaz (1º ESO).
LegadoBorja Luengo Molero (3º ESO).
La palabra descriptiva, David González (3º ESO).
Callejón sin salida, Noel Bezos Parra (1º ESO).
Animales domadosYago Reyero Martín (1º ESO).
El pañal, Gabriel Pérez-Miranda Mata (1º ESO).

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