El momento de partir

UNA SALIDA
Había llegado el momento de partir. Salí de la casa y fui en dirección al aeropuerto. Entré por las puertas giratorias de la entrada. A continuación entré en el avión. Los asientos tenían una tela azul y eran muy cómodos. Los motores se encendieron y el avión comenzó a moverse hasta despegar. Al lado de mi asiento no había nadie así que decidí ponerme en ese asiento, donde la ventana. Era por la tarde y casi no se veía el sol. Un rato después las luces de dentro se encendieron. Intenté distraerme con la mini televisión que tenía delante, pero me costó enterarme del tema de la película que aparecía. Me dormí. Cuando me desperté había personas nerviosas. Miré la hora en el reloj de la mini televisión. Solo había estado veinte minutos durmiendo. Me levanté de mi asiento y llamé a gritos a la azafata. Ella me miró y luego vino hacia mí. Le pregunté qué ocurría, a lo que ella me respondió que uno de los motores estaba estropeando. Justo en ese momento las luces se apagaron. Todas las personas que estaban dentro del avión se pusieron histéricas. Yo no grité, pero fui tanteando por el pasillo de asientos. Delante de mí noté que una mano me paraba y no me dejaba pasar. Como no sabía quién era le pregunté qué me estaba haciendo. Era la azafata que no quería que fuera a molestar a los pilotos. La aparté de un empujón y fui hacia la cabina. Llamé a la puerta y abrí. Dentro estaban los pilotos. El copiloto me dijo que no le molestara. Detrás de los asientos de los pilotos había un paracaídas. Pensé que iba morir si se estrellaba el avión. Cogí un paracaídas, pero se dieron cuenta y el copiloto se levantó para quitármelo. En ese momento salí de la cabina y cerré la puerta de un portazo y se quedó bloqueada del golpe. Ya no se podía abrir. Tenía un problema menos: que el piloto no me persiguiera. Los gritos continuaban. Me abroché como pude en la oscuridad los cinturones del paracaídas. Solo podía ver en un cartel fluorescente que ponía salida. Me dirigí hacia allí. Moví la rueda para poder abrir y me puse una mascarilla con una botella de oxígeno. Se abrió la puerta. Salté y el paracaídas se abrió y cuando iba cayendo miré hacia arriba. El avión no se veía. Miré abajo y…
Juan Gómez Villa (2º ESO)

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