domingo, 8 de mayo de 2016

¿Quiénes son los buenos?

Siempre me ha llamado la atención como funciona nuestro cerebro con los prejuicios. Asociamos unas palabras con otras en menos de un segundo. Nuestra cultura, nuestra historia y nuestra tradición se encargan de esta ligera conexión entre neuronas. Para nuestros escritores, por ejemplo, la palabra protagonista les lleva a pensar en "el bueno". 

Pues bien, en esta ocasión, les hemos propuesto que se pongan en la piel de unos ladrones. Desde el programa de radio on-line El Golpe, nos hemos acercado al robo del tren correo de Glasgow a Londres, que tuvo lugar un 8 de agosto de 1963. Aunque alguno ha decidido contar parte de la historia desde el punto de vista de la policía, a muchos les ha atraído ponerse en la piel de "los malos".

EL DINERO DE MI JUBILACIÓN
Paseaba bajo la tarde calurosa de Glasgow. Necesitaba relajarme. Cogí la pipa de mi chaquetón azul y la encendí. Me dirigía hacia mi casa. Un policía viejo y experimentado que solo buscaba tranquilidad. Sin embargo me tenía que jorobar e irme a Londres a resolver un tostón de caso. Significaban días y semanas más antes de encontrar la plácida vida del jubilado. Subí a casa y recogí mi maleta. Eran las dos y tenía tiempo hasta las cinco. Cogí el coche oficial y fui a la oficina. Marilyn ya se iba. A mí parecer siempre fue una secretaria joven e inexperta. Revisé los papeles para meterlos luego en mi bolsa de trabajo. Me mesé la barba canosa, todavía impresionado. Habían robado el tren correo Glasgow-Londres, consiguiendo así más de 2.6 millones de libras. Y yo tenía que ir allí a retrasar mi jubilación y meterme en una investigación complicada.
Juan Diego (2º ESO)

EL ROBO AL TREN DE GLASGOW
El gran tren de correos circulaba como un toro furioso a través del gran mar verde bañado por el tímido sol del amanecer de un nuevo día de 1963. Todavía no sabía cómo subiría. Su coche sólo había podido alcanzar la parte trasera, de milagro.En cuanto pudo, Craig divisó una puerta abierta por la que entró tras un peligroso salto.
- ¿John?
- ¿Craig? ¿Qué haces aquí? Creía que seguías en la cárcel en la que te dejé.
En aquel momento, unos pasos rápidos sonaron tras la puerta.
- El cartero me dijo que habría casi tres millones de libras, por eso he venido -dijo Craig.
- Los tengo, vámonos.
Se marcharon, seguidos de cerca por la policía, llegando a la puerta trasera. Tenían que salir, pero se podían matar en el intento.
John salió corriendo hasta el principio del pequeño vagón del cual soltó el enganche.
Cuando se quedaron totalmente solos, se repartieron el tesoro y marchó cada uno por su camino hasta que el destino les volviese a juntar.
Samuel Castellanos (2º ESO)

UN ROBO POR AMOR
Compré un billete. Recién impreso, se veían las letras "Shawn Frost". Sí, ese era mi nombre. Estaba impaciente por reunirme con la banda a las 12:00 de la noche y robar el tren de correo de Londres a Glasgow. Me fui a mi compartimento donde me encontré a una doncella. Era la mujer más guapa que había visto en mi vida. Al segundo me enamoré. Pero luego, me di cuenta de que no era mi compartimento. Avergonzado y a la vez confundido, me presenté y le di las buenas tardes. Antes de fingir que me iba a dormir escuché un ruido. Pensé que se habían adelantado así que salí por la ventana y vi a la doncella junto al grupo, y robé el tren sacando dinero para poder casarme con la doncella y tener una familia.
Stanislav Yaruchyk (1º ESO)


LA OTRA HISTORIA DEL ROBO AL TREN DE GLASGOW
Fotografía NBC NEWS
En 1963, el fugitivo más buscado de Londres, Frensua Gispognó, se disponía a asaltar el tren correo Londres-Glasgow que llevaba más de dos millones de libras. Pensó que con ese dineral podría solucionar todas sus deudas; pero antes tenía que coger un medio de transporte para alcanzar el tren en marcha ya que si se montaba como pasajero, le hurgarían en el equipaje para saber si llevaba armas y el plan se iría a la mierda. Pensó en coger una motocicleta y ya después se apañaría. Llegando a la altura del tren, por la parte inferior apoyó un pie con dificultad y se impulsó hasta el 
vagón. Cayó de tal manera que pudo observar cómo su motocicleta explotaba por el impacto. Al entrar respiró profundamente, para que los pasajeros no se extrañasen. Para acceder al vagón donde estaba el dinero tenía que pasar antes por cuatro vagones: el vagón restaurante, seguido del vagón hotel; el tercero era una especie de mirador y por último el vagón donde estaban los servicios. Después, el vagón con la caja fuerte. En el primer vagón, un camarero de lo más fisgón me preguntó en qué compartimento me alojaba, ya que no me había visto al poner en marcha el tren. Me hice el sueco a ver si pasaba de mí, pero me amenazó con llamar a la policía. Entonces me fijé y todo el mundo se fue porque ya era muy tarde y aproveché la ocasión para saltar la barra, coger un cuchillo y clavárselo en la cabeza. Después, le corté las manos y por último la cabeza. Al llegar a la puerta brindada colocó la bomba que ya tenía preparada. Tras la explosión cogió el dinero y saltó del tren, pero antes puso unas bombas en todos los compartimentos. Al saltar se giró, accionó la bomba y vio como el tren explotaba. 
Gabriel Quesada Lobo (1º ESO)

EL ROBO AL TREN DE GLASGOW
Bigs, Ronnie Bigs, ese era mi nombre profesional; ya nadie que escuche mi nombre quiere hablarme por lo que mi nuevo nombre fue John.  
Todo comenzó con mi amigo Bruzt, un alto tipo ruso de 35 años alguien que no temía a nada. Estábamos en una estación de tren visitando una cafetería para ver a la joven y apuesta camarera, a los dos nos interesaba solo que ella tenía novio.
Tras varios y fallos intentos de ligue nos sentamos en un banco a almorzar, escuchábamos la radio (aunque con dificultad porque había interferencias en la señal). Y observábamos los numerosos trenes que pasaban por la estación cargados de nueva gente que salía a trabajar. Teníamos suerte, nuestro trabajo era robar casas y ese tipo de cosas. Nos iba bien, teníamos muchos recursos económicos y no queríamos ser como la gente normal que se dedicaba a trabajar durante todo el día para apenas ganar dinero.
Pero no éramos felices, queríamos robar algo muy grande, algo como un banco. ¿Por qué no? Nadie nos iba a pillar, teníamos experiencia y ganaríamos muchísimo dinero.
El problema fue que al estar en guerra con los países del sur habían cerrado todos los bancos. ¿Qué haríamos? Acabamos robando al tren Glasgow. Una épica aventura arriesgándose a toda clase de peligros, sintiendo adrenalina y enfrentándose a toda clase de posibilidades de error. He tenido suerte, no todos la tienen. He salido ganando, pero no todos lo consiguen. He salido sin levantar sospechas, pero otros si las levantan. Hoy no estoy arrepentido de haber hecho lo que he hecho. Quién sabe. ¿Lo volveré a hacer?
Juan Gorgojo (2º ESO)

UNA VIGILANCIA ACCIDENTADA
Estábamos en el tren vigilando que no lo asaltaran, porque el tren iba cargado de dinero. De momento iba todo perfecto, bromeamos entre nosotros. Era una noche de luna nueva y muy oscura. Íbamos por una especie de pasadizos oscuros.
¡BOOM!
De repente oí un ruido en el tren como si alguien hubiera subido, pero otra vez lo oí y así unas cuantas veces en diferentes sitios.
Fui a llamar a mis compañeros, pero no se lo creían. Tuve que insistir bastante hasta que vinieron conmigo. Nos distribuimos en grupos de tres personas, mi grupo y yo oímos un tiroteo. Fuimos en busca de ese sonido. Pero cuando fuimos a ver era demasiado tarde, todas las cajas fuertes estaban vacías.
Llegué a ver el rostro de uno de los ladrones y lo seguí, llegaba a una de las puertas de emergencias del tren y ¡NO!, habían saltado del tren.
Alejandro Meca Hernández (1º ESO)

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