Siempre me ha llamado la atención como funciona nuestro cerebro con los prejuicios. Asociamos unas palabras con otras en menos de un segundo. Nuestra cultura, nuestra historia y nuestra tradición se encargan de esta ligera conexión entre neuronas. Para nuestros escritores, por ejemplo, la palabra protagonista les lleva a pensar en "el bueno".
Pues
bien, en esta ocasión, les hemos propuesto que se pongan en la piel
de unos ladrones. Desde el programa de radio on-line El
Golpe,
nos hemos acercado al robo del tren correo de Glasgow a Londres, que
tuvo lugar un 8 de agosto de 1963. Aunque alguno ha decidido contar
parte de la historia desde el punto de vista de la policía, a muchos
les ha atraído ponerse en la piel de "los malos".
EL DINERO DE MI JUBILACIÓN
Paseaba
bajo la tarde calurosa de Glasgow. Necesitaba relajarme. Cogí la
pipa de mi chaquetón azul y la encendí. Me dirigía hacia mi casa.
Un policía viejo y experimentado que solo buscaba tranquilidad. Sin
embargo me tenía que jorobar e irme a Londres a resolver un tostón
de caso. Significaban días y semanas más antes de encontrar la
plácida vida del jubilado. Subí a casa y recogí mi maleta. Eran
las dos y tenía tiempo hasta las cinco. Cogí el coche oficial y fui
a la oficina. Marilyn ya se iba. A mí parecer siempre fue una
secretaria joven e inexperta. Revisé los papeles para meterlos luego
en mi bolsa de trabajo. Me mesé la barba canosa, todavía
impresionado. Habían robado el tren correo Glasgow-Londres,
consiguiendo así más de 2.6 millones de libras. Y yo tenía que ir
allí a retrasar mi jubilación y meterme en una investigación
complicada.
Juan Diego (2º ESO)
EL ROBO AL TREN DE GLASGOW
El
gran tren de correos circulaba como un toro furioso a través del
gran mar verde bañado por el tímido sol del amanecer de un nuevo
día de 1963. Todavía no sabía cómo subiría. Su coche sólo había
podido alcanzar la parte trasera, de milagro.En cuanto pudo, Craig
divisó una puerta abierta por la que entró tras un peligroso salto.
-
¿John?
- ¿Craig? ¿Qué haces aquí? Creía que seguías en la cárcel en la que te dejé.
En aquel momento, unos pasos rápidos sonaron tras la puerta.
- El cartero me dijo que habría casi tres millones de libras, por eso he venido -dijo Craig.
- Los tengo, vámonos.
Se marcharon, seguidos de cerca por la policía, llegando a la puerta trasera. Tenían que salir, pero se podían matar en el intento.
John salió corriendo hasta el principio del pequeño vagón del cual soltó el enganche.
Cuando se quedaron totalmente solos, se repartieron el tesoro y marchó cada uno por su camino hasta que el destino les volviese a juntar.
Samuel Castellanos (2º ESO)
UN ROBO POR AMOR
Compré
un billete. Recién impreso, se veían las letras "Shawn Frost".
Sí, ese era mi nombre. Estaba impaciente por reunirme con la
banda a las 12:00 de la noche y robar el tren de correo de Londres a
Glasgow. Me fui a mi compartimento donde me encontré a una doncella.
Era la mujer más guapa que había visto en mi vida. Al segundo me
enamoré. Pero luego, me di cuenta de que no era mi
compartimento. Avergonzado y a la vez confundido, me presenté y le
di las buenas tardes. Antes de fingir que me iba a dormir escuché un
ruido. Pensé que se habían adelantado así que salí por la ventana
y vi a la doncella junto al grupo, y robé el tren sacando dinero
para poder casarme con la doncella y tener una familia.
Stanislav Yaruchyk (1º ESO)
LA OTRA HISTORIA DEL ROBO AL TREN DE GLASGOW
![]() |
Fotografía NBC NEWS |
En
1963, el fugitivo más buscado de Londres, Frensua Gispognó, se
disponía a asaltar el tren correo Londres-Glasgow que llevaba más
de dos millones de libras. Pensó que con ese dineral podría
solucionar todas sus deudas; pero antes tenía que coger un medio de
transporte para alcanzar el tren en marcha ya que si se montaba como
pasajero, le hurgarían en el equipaje para saber si llevaba armas y
el plan se iría a la mierda. Pensó en coger una motocicleta y ya
después se apañaría. Llegando
a la altura del tren, por la parte inferior apoyó un pie con
dificultad y se impulsó hasta el
vagón. Cayó de tal manera que
pudo observar cómo su motocicleta explotaba por el impacto. Al
entrar respiró profundamente, para que los pasajeros no se
extrañasen. Para acceder al vagón donde estaba el dinero tenía que
pasar antes por cuatro vagones: el vagón restaurante, seguido del
vagón hotel; el tercero era una especie de mirador y por último el
vagón donde estaban los servicios. Después, el vagón con la caja
fuerte. En el primer vagón, un camarero de lo más fisgón me
preguntó en qué compartimento me alojaba, ya que no me había visto
al poner en marcha el tren. Me hice el sueco a ver si pasaba de mí,
pero me amenazó con llamar a la policía. Entonces me fijé y todo
el mundo se fue porque ya era muy tarde y aproveché la ocasión para
saltar la barra, coger un cuchillo y clavárselo en la cabeza.
Después, le corté las manos y por último la cabeza. Al llegar a la
puerta brindada colocó la bomba que ya tenía preparada. Tras la
explosión cogió el dinero y saltó del tren, pero antes puso unas
bombas en todos los compartimentos. Al saltar se giró, accionó la
bomba y vio como el tren explotaba.
Gabriel Quesada Lobo (1º ESO)
EL ROBO AL TREN DE GLASGOW
Bigs,
Ronnie Bigs, ese era mi nombre profesional; ya nadie que escuche mi
nombre quiere hablarme por lo que mi nuevo nombre fue John.
Todo comenzó con mi amigo Bruzt, un alto tipo ruso de 35 años alguien que no temía a nada. Estábamos en una estación de tren visitando una cafetería para ver a la joven y apuesta camarera, a los dos nos interesaba solo que ella tenía novio.
Tras varios y fallos intentos de ligue nos sentamos en un banco a almorzar, escuchábamos la radio (aunque con dificultad porque había interferencias en la señal). Y observábamos los numerosos trenes que pasaban por la estación cargados de nueva gente que salía a trabajar. Teníamos suerte, nuestro trabajo era robar casas y ese tipo de cosas. Nos iba bien, teníamos muchos recursos económicos y no queríamos ser como la gente normal que se dedicaba a trabajar durante todo el día para apenas ganar dinero.
Pero no éramos felices, queríamos robar algo muy grande, algo como un banco. ¿Por qué no? Nadie nos iba a pillar, teníamos experiencia y ganaríamos muchísimo dinero.
El problema fue que al estar en guerra con los países del sur habían cerrado todos los bancos. ¿Qué haríamos? Acabamos robando al tren Glasgow. Una épica aventura arriesgándose a toda clase de peligros, sintiendo adrenalina y enfrentándose a toda clase de posibilidades de error. He tenido suerte, no todos la tienen. He salido ganando, pero no todos lo consiguen. He salido sin levantar sospechas, pero otros si las levantan. Hoy no estoy arrepentido de haber hecho lo que he hecho. Quién sabe. ¿Lo volveré a hacer?
Juan Gorgojo (2º ESO)
UNA VIGILANCIA ACCIDENTADA
Estábamos
en el tren vigilando que no lo asaltaran, porque el tren iba cargado
de dinero. De momento iba todo perfecto, bromeamos entre nosotros.
Era una noche de luna nueva y muy oscura. Íbamos por una especie de
pasadizos oscuros.
¡BOOM!
De repente oí un ruido en el tren como si alguien hubiera subido, pero otra vez lo oí y así unas cuantas veces en diferentes sitios.
Fui a llamar a mis compañeros, pero no se lo creían. Tuve que insistir bastante hasta que vinieron conmigo. Nos distribuimos en grupos de tres personas, mi grupo y yo oímos un tiroteo. Fuimos en busca de ese sonido. Pero cuando fuimos a ver era demasiado tarde, todas las cajas fuertes estaban vacías.
Llegué a ver el rostro de uno de los ladrones y lo seguí, llegaba a una de las puertas de emergencias del tren y ¡NO!, habían saltado del tren.
Alejandro Meca Hernández (1º ESO)
No hay comentarios:
Publicar un comentario